Calmaba su dolor acerbo aislándose en un vidrio,
era un dolor feroz que la agobiaba
de esos que hieren y queman las entrañas
de esos que devoran sin piedad sueños e ilusiones.
Procaz compañero de solitarias noches de invierno,
que le arrebataron temblores a su castigado cuerpo,
desnudando espejos que eludieron reflejar
los contornos de su interior desdibujado.
Poco a poco, fue olvidando su sonrisa,
peor aun, fue haciendo piel esa expresión atribulada,
rasgo que yace cobijada y dócil,
en trémulos labios, templo de reparos y letanías.
Secreto, el destino de su tierna mirada,
ojos canela y miel, que inspiraron, nuestro diario andar
por el complejo arte de vivir.
En nuestro cuarto, las pasiones.
En el patio, los helechos y amarantos,
agonizaron mustios, ausentes de su amor.
Aromas de pan caliente,
música clásica y películas de época,
su estudio repleto de proyectos embrionarios,
los libros de Tolkien, Proust, Kafka y Borges;
el color amarillo y la fragancia a jazmín.
Sus miedos la conquistaron
los magullones del tiempo reclamaron posesión.
Se rinde y se rebela. Perece y renace.
Entre fantasmas y tinieblas.
Estados espinosos del alma.
Es tan dulce su verdad.
Huracán de amor que no soporta mas prisión.
Solo necesita
sentirse amada.
ULGDORST
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
jorge si puedes comunicate. artistasrosarinos@gmail.com gracias Miguel
Publicar un comentario